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Memoria del genocidio: Juan Agusti, sobreviviente

MEMORIA DEL GENOCIDIO: La Muerte no tiene nombre propio

por Museólogo Rubén Darío ROMANI, Proyecto «MI COMUNIDAD, Patrimonio Viviente»

La Historia, maestra de ficciones, supera largamente con la materia de las horrorosas faunas y floras devenidas del lodo de las peores lacras de la Humanidad a la imaginación más avezada. Sirva como ejemplo la novela inédita y apócrifa si se escribiera, de los vuelos de exterminio sobre las azules aguas del mar argentino.

Nos llevaron engañados…

Este doloroso principio no es gratuito, esta nota nace a partir de escuchar a un hombre viejo y cansado, confesar que sus propios pares de una sociedad de escritores en una aldea de innombrable mención de nuestra querida provincia, no le permitieron compartir unos poemas escritos a la luz de su asombro de sobreviviente de los campos de exterminio, en ocasión de haber regresado a ellos hace unos meses, a la sombra de recuerdos ya no personales del genocidio a manos del nazismo.

Un 19 de abril de 1943 en Varsovia hubo un hecho extraordinario, los sumisos, los aniquilados, los sojuzgados se levantaron. Nuestro hombre padeció en la Europa violenta de esos años una sucesión de privaciones de la libertad  en las que pudo dejar su vida.

Juan Agusti Gros es un testimonio viviente de ese pueblo orgulloso que pobló nuestra tierra, arremetido por  el nazismo propio y ajeno, su historia o fragmentos de ella empiezan a conformarse hace 60 años.

Nacido el 6 de abril de 1913, AITONA, provincia de Lérida, Cataluña estaba derrochando su juventud frente a la sublevación franquista de 1936.Cataluña cayó en manos de los leales, muchos voluntarios ingresaron a las milicias contra las fuerzas fascistas, estuvo en el frente hasta marzo de 1939 cuando llegan a Francia acorralados por las fuerzas franquistas.

Francia, la de la rosa, aún no era una flor madura, dice Juan «cuando llegamos a Francia nos metieron en campos del gobierno francés a toda la gran masa exilada española que era una avalancha entre ejército y la población civil, por la parte de Cataluña pasan casi 1 millón de refugiados…»

No fue lo mismo cuando nos llevaban prisioneros encerrados en un vagón como bestias encerrados «ocho caballos 140 hombres»

Conoció como prisionero la playa sin techo, en Vernet Ube D´arigege que había sido campo de prisioneros alemanes en la primera guerra, pasó por la parte de Bourbadan (potrero en el límite PIRINEOS) «allí no teníamos otro techo que las estrellas y el colchón de nieve»

«El trato era bastante malo porque éramos guardados(cuidados) por soldados Senegaleses, que eran negros, los ponía el gobierno porque a los franceses no les tenía confianza porque ante la injusticia habrían sido solidarios con nosotros y teníamos los soldados Senegaleses,  y estos obedecían ciegamente todas las órdenes que les daban»

Como muchos emigrados solicita pasar a países amigos, en su caso a México pero era a prorrateo por las organizaciones republicanas en el exilio y eran republicanos, socialistas, sindicalistas, anarquistas, librepensadores, comunistas…, Juan cuenta que la influencia del partido comunista con un diplomático mexicano, se llamaba Gamboa, hizo sabotaje, en vez de ir por prorrateo los que estaban llamados dio prioridad a los comunistas que estaban en Marsella y otras ciudades, que no habían estado en los campos.

Sus inicios familiares en la agricultura lo favorecen para solicitar salir a trabajar al campo como mano de obra extranjera » y nos aprovechaban a nosotros los españoles, hice un examen y me dieron un contrato para ir a trabajar al lado de Alsacia-Lorenia (Chamblei), casi la frontera alemana, al lado de Nancy», «entonces éramos mercadería, no teníamos ningún derecho»

Con la llegada de la invasión alemana los franceses dejaban los pueblos vacíos, » yo y el otro español, en vez de entregarnos, nos tiramos hacia la montaña, había unos pinares muy altos estuvimos una semana en la montaña» hasta caer prisioneros y los unen a un grupo de españoles también trabajadores internacionales.

«Nos dieron un pan, una lata de sardinas y nos llevaron a la ciudad de Belfort, en un cuartel que le llamaban Atri, y allí habían españoles, franceses, italianos, ingleses, estábamos solamente…, nos obligan a salir a trabajar al campo, a la estación del ferrocarril, a cargar vagones, a descargar vagones, trabajar para ellos y a la noche nos llevaban al campo, estuvimos del mes de agosto hasta primeros días del 41 y de allí fue cuando nos llevaron, dijeron que nos iban a llevar a Alemania a trabajar civilmente, en vez de trabajar civilmente nos llevaron a los campos de exterminio, Mauthausen… »

“No hay palabras para decirlo      

ni ojos para mirar”

 

Habían judíos, y otras 32 nacionalidades, «podría haber 40 o 50.000 prisioneros, y cuando llegamos a Mauthausen estábamos incomunicados, dormíamos en el suelo con las colchonetas llenas de piojos, no esperábamos lo que viene, no?»

Juan trabaja para no morir, donde puede, como voluntario, así lo trasladan a 5 km al campo auxiliar de Gusen, » en la cantera llevando piedras al hombro,

“donde uno caía

se tenía que quedar”

Luego estuve como inválido en el campo y salí a trabajar en el comando  que era el que hacía los caminos y arreglaba”

Le pedí contar el recuerdo más feo, me dijo que eran tantos que no tenían nombre, porque acaso no tener nombre, ser un número perteneciente al horror, sea el peor momento en la vida del hombre.

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“Fuimos subiendo un camino

rodeando la colina      

viendo la escalera fatídica”

 

Entonces los judíos no eran una duda o una banal discusión por más o menos millones de muertos, «estaban en la compañía disciplinaria, contacto había muy poco con ellos, llevaban la estrella, no?, (los españoles) llevaban un triángulo azul, y una S, los polacos llevaban también el triángulo rojo, si eran presos comunes llevaban el verde, si eran vagos el negro, cada uno estaba calificado, si era homosexual llevaba el violeta, no, el rosado !, el violeta lo llevaban los testigos de Jehová…»

 

 “arriba del portal      

vimos la gran águila imperial  

que deshonraba aquellos montes”

Las fuerzas del general Patton llegan a Gusen  el 5 de mayo de 1945 cruzando los gruesos portones que cerraban el perímetro de piedra canteada con los huesos y la piel de los inocentes.

“Si estos peldaños de escalera hablaran

harían estremecer”

Por poco ese día feliz no llegaría a los sobrevivientes, cuenta don Juan que «la noche anterior de la liberación, los SS querían tocar la falsa alarma y matar a todos los prisioneros que había, en el campo había unas montañas que estaban minadas y allí habían puesto la industria de guerra pesada y cuando había una alarme de aviación nos obligaban a ir todos a los refugios, cada alarma de aviación era la muerte de 100, 200 presos porque te hacían entrar presionados por los perros, los guardias al lado, no?, y el que caía le pisaban y quedaba allí, nosotros los españoles no sé cómo había surgido, el espíritu de solidaridad por lo que habíamos sufrido… nos agarrábamos de los brazos y si alguien caía lo arrastrábamos»

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Cerca corre el río Danubio, que arrastró los gemidos de tantas vidas «que van a dar a la mar». En las canteras de Mauthausen hubo  206.000 presos y 110.000 asesinados. Entre ellos, 10.000 prisioneros españoles, de los cuáles sobrevivieron sólo 2.000.

“los infectos humos de los crematorios          

que huelen a carne humana”

Juan Agusti quiere contar muchas cosas de la vida cotidiana, los detalles del genocidio apenas se dejan entrever, su pelo blanco recuerda las nieves alpinas y el contraste por él mismo señalado en sus poemas de semejante belleza contigua en su piel y su memoria  con el desarraigo de esos años.

 

Pero existe un desarraigo mayor, cuando no encuentra eco en sus contemporáneos. La falta de amor y pasión por el respeto de la vida es un granizo violento que todo lo machuca.

Los poemas, las conversaciones sobre la libertad, la dignidad de participar eran clandestinas en el campo de exterminio, no pueden serlo en una sociedad constructora de democracia.

 “cuantas vidas han llevado…”

No es un dato menor, la memoria también teje olvidos, pero la trama fuerte la proporciona la reflexión en justicia de los hechos que fueron, y tal como vimos se mantiene silenciosa o grita en las minorías, una mañana sale a la calle 20 años después y obliga a improvisar a los mercaderes de las amenazas y del exterminio su mezquino oficio.
Gusen, 41 años, Argentina, 20 años, no hay descanso para los enamorados de la vida.

“que la humanidad doliente 

no vuelva a vivir este mal”

Juan sonríe y me muestra los cuadernos escritos a mano con su novela, él no olvida, no me dijo si perdona, pero sigue cultivando la memoria frágil y necesaria de una humanidad irredenta.

 

NOTA: Los textos en cursiva son versos al azar de los poemas de don Juan Agusti.
Publicado en Suplemento cultural EL ALTILLO, Diario UNO, Mendoza,

26 mayo de 1996: “Memoria del genocidio: Juan Agusti, sobreviviente».